jueves, 16 de julio de 2009

Relatos Urbanos

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TRILLA A YEGUA SUELTA
por © Julio Cabezas G.
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El sol caldeaba inclemente las cabezas y el polvo de paja, hería de sequedad las narices y gargantas...
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......- ¡Tóme, aquí tiene su invento!
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Con sonrisa amplia y pequeños ojos de picardía, “El Tono”, me extendió un melón –de los que yo había llevado– colmado de pipeño que sin nobleza alguna, reposaba en los trozos de la fruta.
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Faltando quince para las siete de la mañana -antes de capturar la hembra caprina- ya me había sacudido los humores lagañosos, tomado dos cortos con aguardiente de Quirihue, “pa’ matar el gusano”; previo al desayuno, tres chupilcas “pa’l hambre”; durante la faenación, chacolí pa’l ñachi; al almuerzo, vino casero tinto de San Rafael “pa’ pasar las prietas y el asa’o”; antes de encaminarnos a la trilla, mistela de apio "de bajativo". ¡Así es el campo!

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......- Y nos juimos pa’ la trilla mieeerdas...
-alguién gritó-.
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Dieciocho melones con los sesos destapados, conté a la sombra de un espino, también, un bidón de pipeño y media damajuana con aguardiente; todo entre bancas rústicas y guitarras.
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Me extendieron las riendas, monté el bruto, calzando montañeses “outdoor” que no ajustaron en los estribos. Forzoso fue apretar las rodillas en el costillar del animal. Las canillas, al descubierto, para atrás y oblicuas hacia el suelo.
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El sonoro rebencazo, inició el galope y creo que la guitarrera más joven guiño el ojo, mientras yo arreaba las yeguas por el circuito empajado:
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Cuando te veo topiar
de punta a-punta el varón
pareÉce queÉse guasito
va a-Ser mi primer amor
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Las libaciones de la mañana, galopaban junto a los rasgueos con afinación de tercera alta en mi estómago… la cabeza de tumbo en tumbo, como queriendo esquivar las horquetas.
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Remuéle tu ca-balloGuaso,
amarra tu lazo al cinto
echa tuchi-nita al anca
y acueÉrdate de esos tiempos
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¡Qué me han dicho! ...le metí taco a la cabalgadura con tal ímpetu que, terminó empotrada entre dos ancas de las yeguas correteadas.
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.....- ¡Ayyyy, que lo va a patiar!
.....- ¡Que lo va a patiar!...
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Los agudos chillidos de las mujeres campesinas, taladraron, como ecos lejanos en mi exigua lucidez, al tiempo que jalé las riendas y al desacoplarnos, se elevó el cuarto trasero, como palanca impulsada por resorte. La patada, se estrelló contra algo en el ventral derecho de mi rocín. El sonido fue seco, la herradura, había golpeado en el estribo suelto.
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......- ¡Ayyyy que lo patió!... ¡que lo patió!
- chillan las mujeres-.
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Cuando saleÉl a bailar,
se me alegraÁ…
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¡Pararon las guitarras… y los brindis!
Las horquetas, renunciaron a seguir arrojando paja a las patas de las bestias.
Ante setenta y seis ojos campesinos en mi primera trilla-minga, vale más el orgulloso estoicismo de unas vueltas más. Pero, finalmente, a la tercera el vértigo me invadió.
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Cuando saleÉl a bailar,
se me alegraÁ el coÓrazón
con supa-ñuelo chinesco,
su lindo soÓmbrero alón
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......- ¡Que no le duele porque está caliente!
-chillan nuevamente las mujeres-.
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Levanté la pierna izquierda, apoyé la espalda en la cabalgadura, me dejé resbalar y caí al suelo sin soltar las riendas: en la derecha no me puede apoyar.
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Chilín sueÉnaÁn las espuelas,
chilín sueÉnan re-fuerte
y-toda lÁ gente dice
ese guasito es decente.
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.....¡Tóme, aquí tiene su invento!
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Recibí el melón que me extendía “El Tono”, tomé un largo sorbo, saboreando la fruta con los ojos cerrados, casi queriendo disimular y masticar el profundo dolor. Mis ojos se abrieron y las lágrimas brotaron, sin convulsiones, rodando emancipadas por el polvo de la camisa.
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Para la noÓble compaña
chileÉna bandera 'e-raso
y aunque me preÉsenten jutres
a mi me gustan los guasos.
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Caminamos hacia la casa, por la tierra suelta del verano. Allí, mi atento amigo, me sugirió un remedio casero:
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......- “tómese esta cañita de aguardiente pa’l dolor...”
-Era un vaso de aquellos que llaman “potrillo”-
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Sentado al calor del fogón en la tierra de la cocina exterior, comí huevos de yemas dobles y rojas, con pan amasado; escuchando chirriar el asado a mis espaldas. Revisé la tibia, no había hematomas ni hinchazón, sólo una muesca en el hueso quedó como recuerdo del estribo.
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Hoy no recuerdo si fueron cinco o seis los siguientes días de renguear, semi-inconsciente por el campo...
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... y no fue a causa del dolor.
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Remuéle tu ca-balloGuaso
amarra tu lazo al cinto…
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por © Julio Cabezas G.
LANCO – Valdivia
Región de Los Ríos – CHILE
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"TRILLA A YEGUA SUELTA" es parte de una serie de 70 relatos urbanos, escritos a partir de 1988 y que narran diferentes situaciones; vivenciadas o inventadas.
En particular, esta simple historia, muestra algunos aspectos de la tradición campesina que se han perdido por la modernidad y las máquinas. También, es rescatable la entonación que se le daba a la popular tonada en San Carlos, Región del Maule.
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