miércoles, 22 de abril de 2009

Día del Libro, Derecho de Autor y fomento a la Lectura: "Relato"

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El autor, luego de un período infecundo, retoma las letras con la pluma cargada de tinta e invita a un viaje por la autopista del “relato de ciencia ficción” y a una velocidad que transgrede las “normas estéticas” y “políticamente correctas”.
El contexto dice relación con una crítica a la corrupción, hurgando en la Historia, Política y leyes, creando un misceláneo dinámico y libre no exento de subjetividad y entelequia que, es transportado con dramatismo hacia el futuro.
Perfectamente, podría desempolvar algunas páginas de la novela “Un mundo Feliz” del escritor Aldous Huxley, escrita en 1932.
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El lector tiene la libertad de pensar, razonar, especular; reflexionar; despertar su conciencia; reaccionar; manifestarse; reir; disgustarse; repudiar; maldecir; fumar o escupir si quiere. Lo esperable, es generar cualquier tipo de reacción y que ninguno quede indiferente…
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¿No será nuestra vida un túnel
entre dos vagas claridades?
Pablo Neruda
El Libro de Las Preguntas
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Un Mundo de Ciudadanos…
Ensayo por © Julio Cabezas G.
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Según Ufelino Leighton Urra, senador de la República y presidente del “Partido por la Defensa de la Institucionalidad Democratica”, PADID, en declaración a los medios de comunicación del día 14 de diciembre de 2017:
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“El problema de cuoteo político no tendría estas consecuencias, si las ambiciones partidistas que se venían arrastrando hace muchos años, hubieran elevado su porcentaje de coeficiente intelectual, respetando los “parámetros de corrupción” que, digamos, pudieran haber sido presuntamente ‘aceptables’.
Pero, estamos en Chile y la mordida a la manzana fue “a la chilena”, verdulera, con la grosería de una ‘tarasca’ bien abierta… y lógicamente, se atragantaron con más ambición y más poder.”
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Leighton, se encontraba por terminar su período senatorial y siempre fue honesto en reconocer la existencia de las diversas formas corrupción en el Estado y la imposibilidad de su completa erradicación. Además, sus palabras estaban adelantando que nos encontrábamos “ad portas” de la capitulación democrática y la germinación de un nuevo régimen para la sociedad y el ciudadano.
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El tema de la corrupción, se venía arrastrando por generaciones, con diferentes niveles de oscilación, alcanzando sus mayores índices entre 1970 y 1990. A partir de la restitución institucional, los niveles se mantuvieron en un grado aceptable, aunque con diversos escándalos públicos que incentivaron al gobierno a colocar en marcha diversas medidas, como la “Ley de Transparencia”, a partir de abril del año 2009.
Ese mismo mes, la satírica genialidad del escritor
Rafael Gumucio, hacía reir a carcajadas -al círculo de intelectuales- con su postulado que la corrupción debía ser “equitativa” y “distribuída con igualdad”. Era año de elecciones presidenciales y parlamentarias, lo que nos hizo imaginar la propaganda política:
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CIUDADANO, CIUDADANA:
TÚ TAMBIÉN TIENES DERECHO A USUFRUCTUAR EQUITATIVA E IGUALITARIAMENTE DE LA CORRUPCIÓN
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Pero esta ironía, estaba muy lejos de la realidad, no sólo porque Chile no era considerado un país con altos niveles de corrupción, sino por lo concerniente al sistema de oligarquía partidista imperante. Este sistema, incubado disimuladamente desde 1990, fue “in crescendo” hasta que -a principios del año 2018- nos condujo al “apartheid político y social”. Y la clase política se convirtió en semidioses déspotas y soberbios que, se abanican y comen uvas en las habitaciones de cristal del Monte Olimpo.
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Y la sociedad, el ciudadano común y corriente, aquél mismo que los había elegido para que lo representaran honestamente, pagó las consecuencias por su reiterada falta de entendimiento hacia “la cosa política”. Se condenó a ser gobernado por aquellos que sí entendían, pero, en una especie de “laissez-faire”: dejar hacer.
Este dejar hacer sin control a un grupo de oportunistas, como denominó el pueblo a los sucesores de los POLÍTICOS -que eran una gran mayoría de personas honorables, dedicadas a la la honorable actividad Política- tuvo sus efectos devastadores para la sociedad, a partir de la egolatría partidista. Este egoísmo, comenzó a incubarse a inicios de los 90’s, en el tira y afloja para posicionar la mayor cantidad de adeptos en las diversas áreas y reparticiones que ofrece el Estado. La interpretación de la facultad que tienen los Presidentes de la República para elegir personas en cargos de confianza, fue considerada como método válido para ganar poder por parte de algunas autoridades o jefaturas de los órganos del Estado. ¡Claro... si lo hace el presidente, es bueno y lo puedo hacer yo! Seguramente desconocían los antecedentes que cuando Roma se caía a pedazos, los parientes de los césares y tribunos, atestaban el aparato estatal… y tantos otros ejemplos que nos aporta la Historia Universal.
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La metodología del “cuoteo político”, fue cuestionada por su carácter antidemocrático y la vulneración de los principios de igualdad, porque, permitía el acceso de correligionarios y amigos a los cargos de la Administración del Estado en perjuicio de personas idóneas o capaces.
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Ante la crítica, la autoridad emplazada, el órgano, o sus círculos políticos inmediatos, otorgaban pueriles justificaciones con sonrisa practicada en el espejo de la frescura o, sencillamente, realizaban parafernálicos show's mediáticos que desviaban la atención. Pero nunca se manifestaron, categóricamente, contrarios a los privilegios partidistas ni solicitaron ejemplificadoras sanciones. No lo podían hacer, porque otros partidos -de la cofradía y sus adversarios de la otra derecha- efectuaban lo mismo; eran hermanos comensales y a lo más, se propinaban algunos “puntapies en las canillas”, pero jamás “quitarse el puchero”.
Esas eran las reglas de juego y la ambición de pequeños grupos, comenzó a contagiar a otros y a otros y a otros… generando más y más ambición para mantener la continuidad en el poder o acceder a el; lactando –por cierto– las siempre sustanciosas ubres del Estado.
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Un Estado democrático "reconquistado" diez años antes del cambio de siglo con la naciente década de los 90’s. El traje gris con botones de bronce bruñido dio paso al ambo Johnson's con el cover de calzoncillos Calvin Klein; hecho que sólo fue percibido en algunas mejoras ‘políticosocioeconómicas’ y la gran satisfacción, la alegría prometida, sólo fue para unos pocos miles… los privilegiados.
Obviamente, el sistema oligarca, fue heredado de manos castrenses con una serie de condiciones, concesiones, acuerdos, promesas y “requetecontrapromesas” que deberían cumplirse: el “statu quo”, el “inmovilismo económico” y el “inmovilismo político”; que traía la fragante coyunda, ligando el yugo de los privilegios.
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Y millones quedaron con los brazos abiertos, esperando, añorando la Alegría que, prodigiosamente, aparecía en tiempos de elecciones, montada en el arcoiris retórico y monotemático del discurso político. No hacía falta nada más para convencer -por enésima vez- a la “chusma inconsciente” y “se tragara la pescada sin descamar” que le metían por su boca abierta:
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“… lo precioso de la Democracia y sus avances en comparación con otro sistema que mató, robó, violó y tapó con ramas”.
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Ya lo había advertido Nietzsche en su obra “La gaya ciencia”: no sólo se repiten los acontecimientos, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, una y otra vez, en una repetición eterna y persistente.
Pero el pueblo no leía a Nietzsche ni “El contrato social” de Jean-Jacques Rousseau ni el “materialismo dialéctico” de Karl Marx ni el “liberalismo” de John Locke ni “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo ni la "Constitución Política de la República": el pueblo… leía “La Cuarta”, el diario popular. Y esto, ellos lo sabían y lo utilizaban, utilizaban la ignorancia del pueblo, de esta “chusma inconsciente”, -como lo llamaba Alessandri- y lo obligaban a atragantarse con ruedas de carreta.
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La debilidad del sistema democrático, era el “cuoteo político”. Había sido poco explotado, pero en 2015 los “partidos políticos”, derechamente, se sacan la máscara para iniciar la primera etapa de un sistema que -por el momento- llamaremos “oligarquía partidista democrática”.
“Fornicarios del poder” denominó -el pueblo- a los que iniciaron un acaparamiento de grandes contingentes leales y manejables a todo evento. La metodología, coartó “ipso facto” el progreso del Estado, impidiendo que se conformaran equipos idóneos de apoyo al ejercicio probo y transparente de la gestión pública. Los cargos se proveyeron con funcionarios o servidores ineficientes; burócratas; dilapidadores; manipuladores; abusadores de poder que, resultaron muy efectivos favoreciendo a sus respectivas “AGENCIAS DE EMPLEO”: los partidos políticos.
Paralelamente, se voceaba por altoparlantes y desplegaba pancartas del perfeccionamiento democrático... una utopía, el discurso político como opio para narcotizar al pueblo y permitir la involución en los principios ético-jurídicos y la socavación de los cimientos soberanos del Estado democrático.
Los Partidos Políticos, pugnaban por disponer del “Estado a su servicio” y prorrateárselo como un trofeo entre los vencedores. Contrariamente, la Constitución, la Carta Magna, la Declaración de Principios del Estado, consagraba un “Estado al servicio de la persona humana”, pero, el egoísmo y la ambición de poder les vendó los ojos y ofuscó las mentes.
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Es cierto, la ciudadanía no lee mucho, pero no es necia y se alertó con los escándalos de corrupción. Se elevaron reclamos y florecieron los artículos en los medios de comunicación, los comentarios en foros, se abrieron páginas Web anticorrupción; las conversaciones de pasillo; los murmullos de esquina; en el hogar; explotó el arte y la cultura callejera; en comunas, regiones y todo el país dejó en evidencia la inconsecuencia y la felonía partidista.
Todo resultó inútil ante el naciente poderío de las redes de contubernio proteccionista que, estaban en todas partes, en todos los ámbitos y tergiversaban la información, manejaban a los medios de comunicación o “pinchaban alfileres al monigote social”; bajando el perfil, creando intrigas de lenocinio ofendido y desacreditando abierta o solapadamente; a diestra y siniestra.
No quisieron escuchar, entender, ni aprehender el mandato que la ley les imponía: “el Estado al servico de las personas”. Debía ser el “Estado al servicio de los partidos” y buscaron la “forma democrática”, que no se evidenciara demasiado: aparecieron las listas negras de los ciudadanos “non gratos”, “disidentes”, “contestatarios”, “activistas”, “incorruptibles”, “hocicones”, “defensores de la Democracia”, “adversarios” y todos aquellos que perjudicaban la concupiscencia partidista. Los identificaron, asediaron; acorralaron; bloquearon; les colgaron carteles de “conflictivos” o “resentidos sociales” y las puertas se fueron cerrando una a una en los cargos de la Administración Pública, en las empresas privadas, en el boliche de la esquina... en los círculos sociales. Un confinamiento a la desdicha y aislamiento eterno, verdadero “vudú haitiano” extendido en delicada tarjeta de dorados bordes que invitaba al suicidio...
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Sin embargo, no era suficiente, se necesitaba la Fuerza del Estado para combatir la Razón Ciudadana y a todos aquellos que se oponían al "ordeñamiento de la uretra fiscal" y la falta de ética en el ejercicio de la gestión pública. Pero el sometimiento y domesticación de la sociedad no se podía lograr con fuerza notoria, se corría el riesgo de ilegalidad: el ordenamiento jurídico, consagraba un Estado democrático, con personas -L-I-B-R-E-S- a las cuales se les debía respetar derechos y garantías.
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¡Liberté, égalité, fraternité!
Libertad, igualdad, fraternidad, eran los fundamentos valóricos con que se formó la República, posteriormente, el “Bien Común”, se estableció como finalidad del Estado; pero esto, era una falacia para los partidos políticos, porque ellos eran todo. Déspota y egocéntricamente todo:
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Alfa y Omega, Principio y Fin
el Ying y el Yang,
Vida y Muerte (política),
el Asilo o la Opresión,
Florerito en la Mesa del Estado,
Hoyo en el Queque de mi bisabuela Rosalina
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No se podía permitir competencia, disensiones ni pérdida de los privilegios alcanzados ni los por alcanzar. Era urgente reorganizar las fuerzas de los partidos en castas, con diversas funciones y restricciones:
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La elite, se conformó con los “Iluminados” en los más altos cargos de poder y por los “Ejecutantes” en cargos inferiores.
Los “Empleados” apoyaban a los Ejecutantes y se encontraban clasificados por sus funciones, intercambiables de acuerdo a las necesidades del Ejecutante o del aparato partidario: “leales negociadores” utilizados en los aspectos diplomáticos y el amago de incendios políticos; “leales arrastrados” o militantes “guata ‘e caballo”, utilizados para cubrir las permanentes demandas de adulación por parte de los Ejecutantes; “leales contenedores” utilizados como receptáculos de todas las culpas por los errores o chapucerías de los Ejecutantes, también, llamados “los Pedro Fernández” en alusión a una antigua canción mexicana que decía: “diles que yo no fui”; “leales psicólogos” utilizados en aplacar la paranoia de los Ejecutantes que, ante cualquier hecho se sentían amenazados o perseguidos; “leales propagandistas” utilizados para promocionar las maravillosas virtudes y acciones de los Iluminados y Ejecutantes; “leales coaccionadores” utilizados para presionar a la sociedad; “leales guardaespaldas” utilizados para apiñarse y mirar con desconfianza a todo el que se acercaba a los Iluminados o Ejecutantes”; “leales patrañeros” utilizados para despistar la atención de los actos de corrupción evidentes; “leales informantes” utilizados para inmiscuirse en las conversaciones sociales e informar a los Ejecutantes, que todo lo quieren saber; “leales infiltrados” utilizados para mimetizarse en la sociedad organizada y promover su desarticulación; “leales adoctrinables” los más jóvenes y entusiastas que son utilizados en el adiestramiento dogmático y artimañas de los Ejecutantes o Empleados y; los “gatos con botas”, utilizados para anunciar a su marqués de Carabás; donde quiera que vayan.
Finalmente la casta de los “Esclavos”, utilizados para el trabajo pesado y cualquier otra actividad que no requiriese dos dedos de frente.
El derecho humano a la libertad de opinión, estaba permitido solamente, hasta los Ejecutantes, a todos los demás les estaba vedado bajo el “Código de Lealtad Partidaria”, acusándoseles gravemente de “traicioneros” si lo infrinjían. El riguroso sistema de sanción interna; traía aparejado la “pérdida de confianza” que afectaba gravemente el honor y pelaje (estatus) del militante, era una especie de suicidio político. Se perdían los privilegios, beneficios y prebendas; generalmente asociadas a la estabilidad o la libre garantía de movilidad por los cargos del Estado o las franquicias en la obtención de recursos por intermedio de organizaciones sociales.
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… y la fuerza solapada -y no tanto- comenzó a ser utilizada, individual o corporativamente contra la sociedad.
Se manipuló: mintiendo y ocultando información; comprando silencios con una cazuela de vaca y un shop ¿Cuál es tu precio? -era la pregunta a quemarropa- porque todas las personas tienen precio ¿no sabías? Otorgando o negando subvenciones; tirando migajas a los pedigüeños; se prometía y prometía para calmar las críticas y como medio de comprar el derecho de opinión; pero nunca se cumplía.
Se violentó persiguiendo ilegalmente por razones ideológicas; injuriando; desacreditando; intimidando y amenazando; aplastando o asfixiando a los que no apoyaban la metodología expoliatoria del partido.
No se reconoció ni respetó la autonomía en las organizaciones de la sociedad civil; se las carcomió por infiltración para mantener control y anular a sus líderes; se apropiaron de los cargos en organizaciones clave; se entrabó a otras; se destituyó dirigentes. Las obligaron a realizar acciones ajenas a sus fines; chantajeando, manipulando con otorgamiento o castigo de subvenciones; politizaron las asambleas sociales con discursos improcedentes o extemporáneos; instauraron organizaciones privilegiadas o de primera categoría en la obtención de recursos; insertaron la envidia y promovieron las pugnas entre instituciones y personas: “dividir para gobernar”; destruyeron o –al menos intentaron– destruir por todos los medios a algunas organizaciones. Se instauraron sistemas pseudodemocráticos para facilitar a los Empleados, que se “adueñaran” de las organizaciones y mantuvieran controlada y narcotizada a la sociedad organizada. Nadie ajeno, podía acercarse a socializar, compartir ni colaborar generosamente y salir incólume a las intrigas, al cahuineo suburbano; a la injuria.
Permitieron e incentivaron la corrupción de la sociedad sin controlar actos ilícitos menores de que tenían conocimiento. La ciudadanía, aquejada con males de capital, se halagaba de lucrar ilegal e impunemente con la venia de los que estaban en el poder y de los coludidos fiscalizadores. Fue un cerrar de ojos astuto y provechoso... por si el gato, era sorprendido estirando las garras en el chalet fiscal: “entre gitanos no se ven la suerte”.
El derecho a la libertad de opinión, se redujo a la mínima expresión y a los politólogos, se les enroló en las filas partidarias para evitar que sus teorías intelectuales iluminaran el oscurantismo del pueblo.
No se respetaba la ley o se buscaba artimañas para evadir aquellas que otorgaran derechos a las personas; todo funcionaba por mayoría –democracia decían- “parando el dedo” para votar si era factible ejercer tal o cual derecho humano.
Los militantes tenían absoluta libertad de acción y los ciudadanos apolíticos o disidentes, sufrían la más dura represión: todo el peso del partido y sus redes o apoyados con el Estado.
De todo esto y otras múltiples “funciones” que se me olvidan, estaban encargados los Empleados del partido, porque los Ejecutantes, cuidaban no ensuciarse las manos. Aunque, si hay algo más despreciable que los autores intelectuales, son sus fanáticos seguidores, que les tienen fe ciega y creen actuar por una causa legal y justa: El Partido.
Si los Empleados eran descubiertos en falta o delito y el clamor ciudadano se elevaba -ingenuamente- a los Ejecutantes, obviamente, no había resultados. Por el contrario, se acentuaban los mecanismos represivos... y la súplica, el lamento de la ciudadanía, escurría por las babas de los fiscalizadores. Estaban confabulados, existían redes, tenían pereza de actuar o funcionaban bajo la lógica matemática de los dividendos políticos o porque tenían otras preocupaciones más importantes que la vulneración de los ‘cagones’ derechos humanos de “un par de pelagatos”.
En fin, todo se asemeja a un flashback, mixtura de sistemas hitlerianos, stalinistas o fascistas, con sus conocidas metodologías para anular los derechos de las personas naturales/jurídicas y someterlas: manipulándolas, castigándolas, comprándolas; atemorizándolas; restringiéndolas o destruyéndolas. No había límites para la desquiciada obtención y mantención del poder:
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"fue suficiente, colocarles una “coronita chiquitita” y se sintieron con potestad para prostituir, sodomizar, violar, estuprar..."

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Este poderoso aparataje político con castas y funciones claramente definidas, amparadas por el poder y la desidia fiscalizadora –iniciado en 2015- se consagra definitivamente, como sistema totalitario a partir de 2019. Remolcábamos el carromato con siete mil años de Historia y nada habíamos aprehendido, nada de nada, miles de millones de muertos para nada…
Nietsche tenía razón, se repiten acontecimientos, sentimientos, pensamientos e ideas; una y otra vez, en una repetición eterna y perseverante:
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… y se glorificó la figura de un personaje más tozudo que Dios, con poder ilimitado al que se le rinde culto, se le tiene fe y lealtad ciega. Su slogan, es el mismo de Benito Mussolini:
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“todo en el estado, todo para el estado, nada fuera del estado, nada contra el estado”.
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La política estatal impuesta, es un “Leviatán Opresor”, herramienta para vigilar todas las esferas de la actividad humana y subyugar todo el espacio social.
Existe un solo partido, se ha acrecentado el uso de propaganda y los distintos mecanismos de control, manipulación y represión social.
Se acalla y extirpa el pensamiento opuesto, con intimidación, adoctrinamiento y la remodelación de las mentalidades culturales.
Los derechos individuales de las personas, han sido seriamente restringidos. La igualdad y equidad son un insulto al poderío partidista. Los militantes son superiores en derechos a un ciudadano que no lo es. Se ha desconocido la dignidad de la persona humana, convirtiendo las clases sociales en masas; impulsadas por un movimiento para crear al nuevo ciudadano en una sociedad perfecta: El Mundo Feliz.
Un mundo de clones, un mundo de androides, un mundo de autómatas, un mundo de maniquíes; un mundo de títeres…
… un mundo de ciudadanos mudos, adoctrinables, concientizables, corruptibles y manejables…
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… un mundo de ciudadanos acéfalos, condicionados a que el partido piense por ellos y determine sus derechos y necesidades…
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(Golpean a la puerta) ¡Debo dejar de escribir!
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Son militantes del Partido Único que buscan computadores -me despido-, son bienes que están prohibidos a los ciudada...

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Un Mundo de Ciudadanos…
por © Julio Cabezas G.

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Artículo relacionado:
Análisis Político: El cuoteo político y la corrupción en Chile
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿FICCION-VERDAD?,

¿HECHOS DEL FUTURO?
¿PASADOS-ACTUALES?

¿CUALES SON LOS LIMITES DE ESTA REALIDAD?

J. Cabezas G. dijo...

Las tres primeras preguntas no las puedo responder y
"los límites de esta realidad" están dados por las propias capacidades y subjetividad de cada cual para comprender no sólo un texto de ensayo o cuento, sino "la realidad". Y aquí entramos en un plano más filosófico, que hace complicada su explicación en este espacio, pero algo tengo escrito al respecto:

http://entramadocultural2.blogspot.com/2008/05/blog-post.html

saludos

Anónimo dijo...

Un excelente trabajo, claro sincero y con marcadas apreciaciones personales; aunque tengo mis dudas si es no un ensayo, más parece cuento.
Todo bien hasta la irónica descripción de las castas de partido, no se ajustó estilo anterior ni posterior.
El final no podía ser mejor, abrupto y lógico al encadenamiento de hechos.
Más que una pluma cargada de tinta, tienes una "pluma bastante pesada", "crítica" y un gran sentido de observación e imaginación.

Francisca
franciscabp@hotmail.com

J. Cabezas G. dijo...

Estoy de acuerdo, es más cuento que ensayo o podría ser un "ensayo de cuento".
Tampoco quedé muy conforme con la redacción de las castas.
Y si, efectivamente tengo un gran sentido de observación y memoria.

Se agradece doblemente el comentario crítico, ya que no es muy frecuente.

Un saludo cordial

J. Cabezas G.

Anónimo dijo...

soy asiduo visitante de muchas paginas politicas del pais y llama mi atencion la claridad y detalle con que se presentan algunos hechos que podrian ser reconocidos como contemporaneos y que revisten cierta gravedad.
la pregunta es por que este tipo de expresion tan explicita surge en lanco, ademas usted tiene mas literatura asociada con el tema en este espacio.

m.h.j.

J. Cabezas G. dijo...

M.H.J.:
La imaginación y la estupidez del ser humano son infinitas, el trabajo corresponde a la primera de estas afirmaciones.
La imaginación, a veces puede tener como fuente de inspiración hechos reales, aumentados o minimizados; todo de acuerdo al espacio/tiempo y a la subjetividad del observador. Todo es relativo y no existen realidades absolutas unipersonales, las realidades se construyen colectivamente.
¿y por qué no en lanco? la diversidad está en todos lados y si existe más material asociado, es porque soy un ciudadano opinante, preocupado por mi país.