“No hay hombre que no tenga en sus recuerdos a alguna mujer que conoció fugazmente, pero que le dejó una huella imborrable” se le ocurrió decir al Mula y todos asentimos ante esa afirmación y luego de un minuto de silencio, en que todos recordamos a esa mujer…el Avestruz incitó al Mula, para que contara alguna de sus historias, (ya que él había puesto el tema)
El Mula a pesar de haber sido un tipo que no dejo mujer sin tantear, recordaba a una especialmente, una que conoció en un viaje que realizo con una selección de Básquet… “Una vez organizaron una selección de la nueva Región de los Ríos en esa época, era de hombres y mujeres y sacaron gente de todos las comunas y de Lanco me llevaron a mí y a la Andrea (el burro siempre por delante) entrenábamos casi toda la semana, y esto duró como dos meses. Llegado la fecha hicieron la selección final y quedé, teníamos que ir a jugar el campeonato a Iquique.
Las dos selecciones nos teníamos que juntar en Valdivia, y hasta allá llegue. A la mayoría de las chicas de la selección femenina las conocía y había varias que me interesaban, yo pensaba que esta podría ser una buena oportunidad para conocer en cuerpo y alma a alguna de ellas (bueno, descartemos el alma…) cuando me estaba decidiendo por la primera victima, veo aparecer una niña, que de un plumazo borro todos mis planes, era una belleza increíble, cubierta en un vestido ajustado que resaltaba esos pechos y cintura perfectas, cubierto por ese vestido floreado… daban ganas de decirle “mijita esta lista pa' ponerla en un macetero y llevársela pa la casa” además que altiro me di cuenta que ella también quería algo conmigo, había desarrollado la capacidad de reconocer con la primera mirada si una mujer me iba a enganchar o no, y ésta, ya me había dicho que si… habían nuevos territorios por conquistar, y rápidamente me puse en campaña para realizar mi primer abordaje, pero ella no tenia nada que ver con el básquetbol, era hija del chofer de bus y nos iba a acompañar hasta Iquique porque desde ahí iba a viajar al norte de Argentina (lugar al que se iba a vivir). Siempre iba al lado de su padre, y sólo podíamos intercambiar miraditas cuando bajábamos a comprar algo o parábamos por alguna cosa… lo único que quería era poder hablarle y ver si pasaba algo antes de llegar a Iquique, pero avanzábamos y avanzábamos y no pasaba nada, ya comenzaba a perder las esperanzas, porque cada vez estábamos más cerca, pero en Antofagasta, donde pasamos a comer, sin darme cuenta ella se acerco a mi y me dijo “En Iquique con mi papá nos vamos a dormir en la casa de unas tías” me miro con una cara, que es la que hasta el día de hoy recuerdo y continuo “si quieres nos podemos juntar” y antes de que yo dijera cualquier cosa, me paso un papel con su nombre y un número de teléfono, dio media vuelta y se fue nuevamente donde su padre, yo que no lo podía creer, ahora quería que ya estuviéramos en Iquique para poder llamarla… como estaba solo, miré el papelito y su nombre quedo grabado en mi memoria Isidora (igual que Isidora y los TierraSonora, mi grupo favorito) y su celular que empezaba con 7 y estaba en medio de un corazón… guarde mi tesoro y corrí a comprar antes que el bus se fuera, la señora del quiosco no tenia sencillo, revise mis bolsillos en buscas de todas las monedas que me quedaban, pague y corrí nuevamente al bus que ya se iba… una vez arriba, más contento que nunca, me reí con mis compañeros, y después de un rato me termine durmiendo y sólo desperté cuando ya estaban bajando al internado que nos íbamos a quedar, así que, más que rápido, saque mis cosas y salí a la siga de los otros que se mataban de la risa de mi y la Isidora delante de todos mis amigos me dice “no te olvides de llamarme, mañana temprano me voy” y yo todo canchero le digo que no se preocupe, que le organizaría una despedida inolvidable… Mis compañero no lo podían creer, todos le habían echado el ojo a la mina, y solo les quedaba felicitar al nuevo ganador del Kino… llegamos a las piezas, deje mi bolso y lo primero que hago es buscar el papel con el número y ante mi desconcierto no aparecía por ninguna parte, revise una y otra vez mis bolsillos y nada, salí corriendo a ver si todavía estaba el bus y ya se habían ido… me senté a recapitular todo, desde el momento en que me habló en Antofagasta y lo más probable es que casi al mismo tiempo que recibía este tesoro lo dejaba escapar mientras buscaba las monedas… En estas cavilaciones me pillaron mis compañeros y rápidamente me hablaron de la niña del bus (sólo yo sabia su nombre) y de lo linda que era, no había ninguno que no lo reconociera, yo solo los miraba, rumiando mi tragedia, y ellos al verme tan silencioso y cabizbajo, me preguntaron que pensaba hacer para escaparme esta noche y estar bien para el partido de mañana (porque daban por seguro que esta oportunidad no la iba a dejar pasar, aunque mañana estuviera muerto para el partido) y tenían razón, pero no podía decirles que había perdido el papel con el número, así que, sin creerlo yo mismo, saco mi mejor voz y les dijo que yo había venido acá a jugar básquet y que además no podía serle infiel a mi polola… mis compañeros asombrado, incrédulos, conmovidos, se dividieron en dos grupos; los que me felicitaban por esta nueva actitud y sacaban sus biblias para alabar al señor en los cielos y los otros que me querían matar por dejar pasar esta oportunidad y quemaban los condones que me traían de regalo…”
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Héctor Mella
Taller de Letras de Lanco
Jóvenes Escritores de Lanco
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