Lanco inicia su Semana Santa: Domingo de Ramos

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Con ramos de laurel, cedrón y romero, los fieles católicos, concurrieron a los faldeos del Cordón Peñehue, a rememorar la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén.

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La persistente lluvia no ha sido obstáculo para que la Asamblea, se reuniera a partir de las nueve de la mañana en la Plaza Los Ediles -distante más de un kilómetro del templo- e iniciara el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor.

Se ha rememorado el pasaje del Evangelio en que Jesús, entra triunfalmente a Jerusalén, montado en un pequeño burro; hoy realizado a través del rito de la procesión de los ramos y el anuncio de la Pasión.

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Una vez en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, el presbítero Belisario Valdebenito, oficia la ceremonia litúrgica que, incluyó lectura completa del relato de la Pasión. El dramatismo, es aportado por la lectura a tres voces, correspondiendo al sacerdote las alocuciones de Cristo, el diácono como Sanedrín y un tercero en la narración.

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Entre otros, el mensaje de este día, se orienta a que la entrada de Jesús a Jerusalén no termina como tragedia en la cruz, sino con su triunfo sobre la muerte mediante la resurrección. Esta victoria, también, significa victoria sobre el pecado, la angustia y la oscuridad.

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¿Y si aplicáramos las enseñanzas de Domingo de Ramos o Semana Santa a nuestras propias existencias?

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Cuando todo ha marchado bien para nosotros en la vida, aparecen "los amigos" que nos aclaman cínicamente y dan golpecitos o soban la espalda, como queriendo impregnarse de las "buenas vibras". Curiosamente son estos mismos "amigos", los que en caso de sonreirles la prosperidad, quieren pisotearnos, superarnos y "ser mejores" que nosotros. Y si el acaso nos coloca en desgracia, no dudan en escupirnos, injuriarnos, desacreditarnos; darnos vuelta la espalda, burlarse. Finalmente... nos niegan y olvidan.

Por fortuna, existen "los otros", aquellos que soslayan las contradicciones de género humano y siempre están dispuestos a ayudar desinteresadamente, son aquellos que no están contaminados con el 'afán de lucro deshumanizado' ni con el uso indebido del poder individual o colectivo al que tienen alcance... son los que viven el Domingo de Ramos -y la vida- al igual que Jesús: con humildad y sin soberbia.

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