lunes, 6 de abril de 2009

Han tenido un sueño...

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Has tenido un sueño donde está pasando algo, y como una hoja golpeada por el viento, te sacan de ese lugar y te comienzan a pasar otras cosas que una vez terminadas, te arrebatan nuevamente, y te vuelven a dejar en el mismo lugar y momento del cual te sacaron por primera vez???
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Con una cara, donde el signo de interrogación brilla en sus ojos, Cath mira sin entender nada de lo que le han dicho... es su primer día en Chile, después de un largo viaje desde su Canadá. Y José que la acaba de conocer, le habla como si fuese su mejor amiga y se intimaran desde muchos años atrás, pero no... todo esto es un poco increíble para él, estar descubriendo Santiago y conversando sobre estas cosas con Cath, sobre todo, después de estar preguntándose hace un rato atrás, ¿si se rendía sin más o seguía esperando? ¿se quedaba ahí o comenzaba a caminar? Ya que, lo que estaba viendo y escuchando, no es lo que esperaba ver y escuchar... pero aún así, algo le decía: “Alguna sorpresa puede haber, aunque estas, no son siempre instantáneamente agradables, sobre todo, porque no estamos preparados para vivir y disfrutar de los momentos presentes...algunas con el tiempo las logramos comprender y otras quedan, y quedan sin respuesta, como un hecho más entre una multitud de otros, como tú entre medio de todas estas gentes...” y antes que su mente lo sature de pensamientos, José saca fuerzas de flaquezas y se dirige donde esa imagen que lo irradia de una sensación que por ahora no quiere conocer del todo... sus pasos van en su búsqueda y al ver que se detiene a preguntar algo, José siente que las estrellas por fin se han alineado en su favor, porque esto permite que se encuentren frente a frente con ella, en una esquina que además, tiene el semáforo en rojo, lo cual, le da tiempo para poder hablar... ella recibe las palabras, como la tierra recibe sus semillas, y así comienzan a madurar una flor de múltiples colores y aunque fugaz (quizás no sobreviva más que este día) impresiona por su belleza.
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Después de mucho caminar y conversar, el día termina su compromiso y da paso a su hermana noche y como esa flor que vislumbra su marchitar, así también se siente, que es hora de que cada cual siga su camino, que por alguna razón los unió en esta ciudad inmensa, llena de ruidos, de cemento y de personas, que sin sospecharlo pueden ser parte de tu vida... vida que no es más que un sueño, sueño misterioso, del cual te llevan, te traen y que la mayor parte del tiempo no puedes diferenciar de la realidad...
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Héctor Mella
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