Desde pequeño había admirado a esos tipos talentosos, (esos guenos pa' la pelota) los capaces de dar ese pase que nadie podía imaginar y que sorprendía hasta a sus propios compañeros.
Tenía 7 años y el fútbol ya era lo que más me gustaba, era por eso, que prefería quedarme viendo los partidos del mundial y no salir a jugar con mis amigos… Mundial del 90, partido Brasil-Argentina, o sea partidazo, eso no me lo iba a perder de ninguna forma, llegue del colegio, comí rapidito y a esperar el partido. Hay que reconocer que estaba harto fome, Maradona estaba lesionado y los Argentinos aguantaban como podían, hasta que una genialidad se hizo presente e ilumino mi forma de entender el juego, Maradona parado en la mitad de la cancha, agarro una pelota, amontono una ruma de brasileños que no se la pudieron quitar y le puso el pase preciso a Caniggia… gol de Argentina y ganaron 1 a 0… no tengo muchos recuerdos de los 7 años, pero esa jugada de Maradona está grabada en mi memoria y desde ese momento siempre quise ser de esos tipos capaces de hacer esa jugada genial y entregarla lista para que el compañero haga el gol… poco a poco comencé a disfrutar más, de dar ese pase preciso, que hacer el gol yo mismo. Aunque hay que reconocer que no hay nada como salir gritando y celebrando un gol, hasta quedar acalambrado (me paso una vez y no pude seguir jugando) con esto se entenderá que siempre traté y practiqué para ser el tipo talentoso, el genial, ese capaz de sorprender a todos... en mi caso lo logre algunas veces, pero en contra de mi propio equipo al errarme algún gol solo, o al ver pasar la pelota por mi lentitud… pero bueno el fútbol es mi deporte favorito y lo seguía intentando, creyendo que era cosa de alcanzar mi total desarrollo físico y listo, derecho al profesionalismo, pero los años pasaron y pasaron en vano, porque el desarrollo físico nunca llegó y ni siquiera la madurez mental que permite ser rápido de “caeza” (como dicen los viejos futboleros de por acá) cada partido que pasaba me convencía más de mi escaso talento, pero el orgullo siempre encuentra pretextos para hacerte creer lo contrario, hasta que un día…
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A las 7 jugamos con el Cudico me grito el guatón Urrutia, “tenis que ir sipoh” de hay soy le dije y seguí mi camino. Hice mi rutina del día y llegada la hora arregle mi equipo y rumbo al estadio, ya eran las 7 y habíamos 5, pero empezaron a llegar y se completo el equipo, o sea, estábamos listo pa la victoria… empieza el partido y ellos hacen el primer gol, y a mi no me sale nada, termina el primer tiempo 1 a 0 Cudico le gana al Lanco, comienza el segundo tiempo y entramos con todo, pero cuando más atacábamos nos hacen el 2 a 0 y hay nos vinimos todos abajo, más encima me dio como un “tirón de carne” en el muslo y ahí se me vino la noche, (imposibilitado de hacer esa jugada genial y con mi equipo perdiendo). Antes de comenzar el partido, había decido que este era mi último partido y no quería creer que mi retiro se produciría en medio de una derrota y sin jugada brillante de por medio, no se porque, me acorde de otro de mis grandes ídolos Zinedin Zidane, y de cómo termino su carrera y no pude resistir la tentación de realizar algo similar, y como ya no podía correr por el dolor en el muslo, me paro en zona defensiva de mi equipo a esperar el momento propicio (si se me había negado la gloria, esto no se me podía negar) a esta altura del partido Cudico nos estaba dando un baile y solo los veía pasar y en una de esas jugadas tocan y tocan hasta que dejan a uno solo en el área, yo estaba hay y sentí que esta era mi oportunidad… con la pierna derecha casi tiesa de dolor, hago un esfuerzo supremo y me dirijo con todas lo que me quedaba, donde el jugador contrario, que estaba listo para hacer el gol y alcance a darle uno de los mejores “leñazos” que recuerdo haber dado en toda mi vida de futbolista, fue un penalazo, aplaudido por los pocos espectadores sentados en las tribunas… Después de esto, solo atine a pararme, pedir disculpas y mirar al arbitro para que él consumara mi última acción dentro de una cancha, y cumplió su misión; Tarjeta roja, expulsado, penal… saliendo de la cancha uno de los espectadores me grito “no había nada más que hacer” y tenia razón, ante la impotencia de ser un talentoso, me tuve que convertir en villano…
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