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Patricia, se contorsiona ante la única forma de vida que conoce, aquella que la vio nacer y que, también, es probable la vea morir.
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Patricia, se contorsiona ante la única forma de vida que conoce, aquella que la vio nacer y que, también, es probable la vea morir.
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Pertenece a la gran familia circense en la rama parental Rebeco. Sí, aquellos Rebeco del “Circo Royal”, que viaja por Chile, llevando momentos de expectación a poblaciones insertas entre mar y cordillera; de norte a sur.
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El circo, sólo tiene un jóven león, que aunque parece remolonear indiferente en su pequeña celda, no pierde la oportunidad de intentar arrancarme la cámara con un ágil zarpazo.
Cuentan, además, con unos perritos que corretean sueltos por ahí.
Si las cosas van bien, más adelante, compraran la leona, cuando el destino los haga reencontrarse con otros compañeros de circo.
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Las contorsiones de Patricia, esquivan a diario la discriminación verbalizada por sobrepasar el “límite social permitido”: no más de una o dos semanas establecidos en un lugar. Y eso lo ha vivido por su entrampamiento, más de un mes, en Lanco; debido a problemas administrativos para instalarse en Neltume. Sin embargo, Patricia es madura, sabe manejar o ignorar situaciones.
Quien no puede contorsionarse fácilmente, es su sobrino de ocho años, que igual a un picaflor, va estudiando por cortos períodos en los colegios a que accede en las diferentes localidades. La crueldad de los niños no se deja esperar: “eres un muerto de hambre porque vives en el circo”.
Curiosos epitetos recibe esta gente que ha hecho de la alegría ajena su propia alegría y sustento, consiguiendo en una o dos noches lo mismo que gana en un mes el progenitor de los ofensores.
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El desacuerdo social, es que ellos son chilenos nómades y quebrantan el esquema tradicional. Toda su vida y trabajo se sustenta en los viajes, en conocer nuevas personas y lugares; pernoctando siempre en un carro. Es un permanente armar y desarmar de mástiles, encordados y graderías; morir en un lugar para renacer en otro: no existen estacas rebeldes que enraícen. Pecaminoso e intolerable resulta para una sociedad sedentaria; acostumbrada al materialismo de una estructura fija y sólida, donde hacer vida y familia.
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Las contorsiones de Patricia, esquivan a diario la discriminación verbalizada por sobrepasar el “límite social permitido”: no más de una o dos semanas establecidos en un lugar. Y eso lo ha vivido por su entrampamiento, más de un mes, en Lanco; debido a problemas administrativos para instalarse en Neltume. Sin embargo, Patricia es madura, sabe manejar o ignorar situaciones.
Quien no puede contorsionarse fácilmente, es su sobrino de ocho años, que igual a un picaflor, va estudiando por cortos períodos en los colegios a que accede en las diferentes localidades. La crueldad de los niños no se deja esperar: “eres un muerto de hambre porque vives en el circo”.
Curiosos epitetos recibe esta gente que ha hecho de la alegría ajena su propia alegría y sustento, consiguiendo en una o dos noches lo mismo que gana en un mes el progenitor de los ofensores.
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El desacuerdo social, es que ellos son chilenos nómades y quebrantan el esquema tradicional. Toda su vida y trabajo se sustenta en los viajes, en conocer nuevas personas y lugares; pernoctando siempre en un carro. Es un permanente armar y desarmar de mástiles, encordados y graderías; morir en un lugar para renacer en otro: no existen estacas rebeldes que enraícen. Pecaminoso e intolerable resulta para una sociedad sedentaria; acostumbrada al materialismo de una estructura fija y sólida, donde hacer vida y familia.
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Pero la existencia, sería muy aburrida si la carretera fuese plana y alguna “panne” en el camino no los sacara de su rutina laboral, permitiendo departir alegremente los vericuetos del destino.
Pero la existencia, sería muy aburrida si la carretera fuese plana y alguna “panne” en el camino no los sacara de su rutina laboral, permitiendo departir alegremente los vericuetos del destino.
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Mañana... un nuevo paisaje, nuevos aires, nuevas personas; esperan a Patricia.
Mañana... un nuevo paisaje, nuevos aires, nuevas personas; esperan a Patricia.
Bajo una carpa llena de luces, vestirá lentejuelas en su traje de artista, será la estrella peinada de la noche, aquella que olvida el sabor agraz y arranca exclamaciones con su elasticidad: ¡la mujer de goma!
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Julio Cabezas G. Ventana Cultural de Lanco culturalanco@gmail.com
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